Cómo influyen las montañas en el vino

Francisca JaraFrancisca Jara

Francisca Jara

11/12/2023

La geografía juega un rol fundamental en el sabor del vino: esta determina las condiciones bajo las que se cultivan las uvas y la manera en que podrán madurar. Hablamos de los suelos, la temperatura y, por cierto, de la elevación de los viñedos en las montañas.

En el mundo del vino se usa muchísimo la palabra terroir. Esta tiene que ver con las condiciones bajo las cuales crecen las uvas, influenciadas directamente por la geografía. Una ecuación en la que suelos, temperatura, altura y elevación determinan en gran medida el carácter del vino final. Incluso hay quienes aseguran que la locación podría trascender la variedad de uva y ser aùn màs determinante.

Relacionada con las montañas y los valles, la altura y la elevación son un factor concluyente en la viticultura y por ende, en el sabor del vino. ¿Cómo así? Las vides que crecen en altura tienen mayor exposición a la radiación solar (fundamental para el desarrollo de aromas) pero también están expuestas a temperaturas más bajas, volviendo más lento el proceso de maduración. Lo que, por consecuencia, hace que las uvas tengan mayor acidez y un perfil aromático más complejo. Aquí es cuando la mano del hombre y de los viticultores juega un rol fundamental, escogiendo la posición ideal del viñedo para que pueda recibir la luz del sol, lograr una buena madurez y uvas equilibradas. Un excelente ejemplo, son los viñedos que reciben el sol de mañana, como el caso de los internacionalmente elogiados vinos de Barolo.

Sin embargo, hay algo en los vinos de altura que se puede percibir rápidamente. Se caracterizan por presentar una gran concentración de taninos (muy elegantes), y por ende, suelen necesitar de mayor tiempo en barrica y de guarda en botella.

Aunque en países productores de uva con climas cálidos, como es el caso de Argentina o Chile, la altura que ofrece la cordillera de la Costa y de los Andes, y la elevación en sus valles puede ofrecerles a los viñedos cierto alivio del calor. Estadísticamente, por cada 100 metros sobre el nivel del mar, la temperatura disminuye 0.6 grados Celsius. Además, la amplitud térmica entre el día y la noche también es mayor, lo que refuerza el frescor de los vinos.

En el caso de Gran Reserva Cabernet Sauvignon, sus uvas crecen en el viñedo Palo Santo, ubicado a 180 metros sobre el nivel del mar, en un área privilegiada que se extiende a lo largo de colinas y terrazas al sur del río Tinguiririca. Es un vino que ofrece gran concentración de sabores y donde la altura no se expresa dramáticamente dada la influencia del río, que modera las temperaturas. En tanto que las vides del viñedo Peumo, donde se origina Gran Reserva Carmenère, echan sus raíces en terrazas y colinas de las montañas costeras (a 170 metros sobre el nivel del mar) que crecen una al lado de la otra a lo largo del río Cachapoal. En ambos casos, se trata de dos vinos tintos muy frutosos que destacan por su frescor, pero sobre todo el Gran Reserva Carmenère presenta un carácter crujiente que se percibe muy bien cuando se sirve junto con carnes rojas y trozos de queso añejados.

Y es que las colinas son capaces de ofrecer protección a los viñedos en contra de los vientos fríos que corren por los valles, ayudando a crear microclimas perfectos para la producción de ciertas variedades, también aportando calidez en zonas más frías.

Como ves, su participación es fundamental y gracias a las características que aportan a los vinos, como la acidez, estos tienen gran potencial de envejecimiento, longevidad y evolución en la botella. En el Día Internacional de las Montañas, te invitamos a tomar consciencia sobre estas joyas naturales que, además de suministrar agua dulce para la humanidad y albergar la mitad de la reserva de la diversidad biológica del mundo, hoy se ven amenazas frente al cambio climático.