Con diferentes edades y backgrounds, su misión es la misma: salvar al planeta Tierra del calentamiento global. Estas son las inspiradoras historias de lucha de cuatro héroes de la Tierra.
Enfrentar la crisis climática con acciones inmediatas y concretas ha sido la bandera de lucha de cuatro personas que, desde diversos frentes, buscan crear conciencia sobre el cambio climático. Sin embargo, tomar medidas más ambiciosas para acelerar el progreso y crear una transformación rápida ante esta crisis, es también el llamado que hace la ONU, organización creadora del Día Contra el Cambio Climático que se celebra cada 24 de octubre.
Gracias al trabajo incesante de quienes trabajan en soluciones climáticas activamente, quisimos rescatar la historia de dos hombres y dos mujeres que están haciendo historia.
“Autistic climate justice activist. Born at 375 pm”, es la presentación de Greta Thunberg en su propia cuenta de Instagram @gretathunberg. Hoy tiene 20 años, pero escuchó por primera vez sobre el cambio climático a los 8. Pero no fue hasta el verano de 2008 en Suecia, a sus 15 años, que Greta sostuvo la primera “Protesta Escolar por el Clima” afuera del parlamento sueco. Desde entonces, se ha vuelto un icono contra el cambio climático y una voz que no deja indiferente a nadie. “No quiero que me escuchen a mí, quiero que escuchen a los científicos y quiero que se unan detrás de la ciencia” o “Los líderes mundiales han celebrado el 26 COP. Han tenido décadas de bla, bla, bla, ¿y a dónde nos ha llevado eso?» son algunas de las contundentes frases que ha mencionado en diversos escenarios. Ha sido nominada al Premio Nobel consecutivamente desde 2019 y también es la persona más joven de la historia nombrada Personaje del Año (2019) por la revista Time, porque “ha logrado convertir una vaga preocupación sobre el planeta en un movimiento mundial que exige un cambio global”. En 2022 también publicó el libro The Climate Book que contiene ensayos de 100 expertos sobre formas de combatir la crisis.
“Nadie es demasiado pequeño para tener un impacto y cambiar el mundo. Así que haz todo lo que puedas. Sé creativo”, dijo Greta alguna vez. Vaya que lo ha demostrado.
“Legendario presentador británico”, “Padrino de la televisión de historia natural”, “Famoso naturalista”, “Gran divulgador científico”, son algunos de los títulos que abundan para presentar a David Attenborough. Pero es probable que todos le queden chicos. Y es que mucho antes de que apareciera el término “cambio climático”, fue de las primeras personas en ser testigo y pionero en advertir sobre la catástrofe a la que se enfrentaría el planeta Tierra. Tiene 97 años, y más de 60 contando historias, realizando documentales para mostrarle al mundo los más recónditos lugares del planeta, en series como Planeta Tierra y Planeta Azul. En ellos también ha comunicado la evidente retirada del mundo natural y el avance implacable de la especie humana. “La cuestión ya no es salvar el planeta, sino salvarnos nosotros”, sostuvo Attenborough cuando lanzó su serie (o suerte de testamento) Una vida en nuestro planeta.
A sus 95 años, la ONU le hizo entrega del premio Campeones de la Tierra, por su vida dedicada a proteger la naturaleza. «Sabemos cuáles son los problemas y sabemos cómo resolverlos. Lo único que nos falta es una acción unificada», dijo entonces.
En su infancia en Bangladesh (uno de los países con mayor densidad poblacional del mundo), Mohammed Rezwan debía caminar 90 minutos hasta su colegio. En ese entonces, muchas compañeras mujeres no tenían permitido ir a la escuela (debían quedarse en casa ayudando a sus madres o casarse alrededor de los 15 años). Además, Mohammed muchas veces debía usar el bote de su familia para llegar a la escuela en las épocas de inundaciones. Por eso, cuando pudo ir a la universidad y estudiar Arquitectura, lo primero que pensó fue en una solución frente a los problemas educacionales que enfrentaba su comunidad. A pesar de las inundaciones que cada año destruyen escuelas y el aumento de la pobreza debido al cambio climático (las predicciones creen que alrededor de 20 millones de personas tendrán que dejar Bangladesh en 2050 debido a las inundaciones), tuvo que buscar una forma diferente de concebir los edificios, y así fue como creó un sistema de educación flotante. En 1998 fundó la organización Shidhulai Swanirvar Sangstha, que actualmente opera una flota de escuelas flotantes, librerías, clínicas y espacios de juego, sirviendo a más de 122.000 personas en áreas propensas a inundaciones. Este año, millones de niños votaron y lo escogieron ganador del premio World’s Children Prize (WCP), por sus 25 años de lucha por el derecho de que niñas y niños puedan ir a la escuela.
Ha ganado más de 80 premios, incluyendo el Premio Gaia 2010, por sus más de 30 años transformando un mundo de arena en bosque. Se trata de Yin Yuzhen, una mujer china con una historia particular. Nacida en 1966 en el pequeño pueblo de Jingbian, fue la quinta hija de siete hermanos, y nunca fue al colegio. Luego, cuando tenía 19, su familia arregló un matrimonio junto con un hombre mayor llamado Bai Wanxiang y siguiendo los deseos de sus padres, Yin se fue a vivir con él a uno de los cuatro desiertos más grandes de China. Enfrentada a este mar de arena y constantes tormentas descritas como “un viento al año, que sopla desde la primavera al invierno”, no estuvo dispuesta a vivir bajo estas condiciones para siempre. “Prefiero morir de cansancio, que vivir acosada por la arena”, dijo tras obtener los 600 árboles que luego plantaría con su marido alrededor de su casa, en contra de todo pronóstico. Un gran árbol que había visto junto a un pozo de agua, eran su gran esperanza para transformar este desierto. Y así lo hizo. Actualmente, ha convertido casi 4.700 hectáreas de arena amarilla en un oasis, transformándose en una gurú en contra de la desertificación y la reforestación.
Porque el cuidado del planeta y la naturaleza también es el mayor compromiso al elaborar los vinos Gran Reserva Carmenère, Gran Reserva Cabernet Sauvignon, Gran Reserva Sauvignon Blanc y Gran Reserva Malbec, es que te invitamos a reflexionar sobre el cambio climático disfrutando de vinos que se preocupen del equilibrio de sus ecosistemas.
Adoptamos un Modelo de Negocio de Impacto, promoviendo vínculos que beneficien tanto el negocio, la comunidad y el medio ambiente.
Cumplimos con los estándares más altos de compromiso social y ambiental siendo la transparencia y responsabilidad legal elementos fundamentales para equilibrar el beneficio y el propósito.
Los viñedos Gran Reserva son una parte importante del proyecto para conservar áreas de bosques nativos y proteger la biodiversidad local. Nuestros bosques nativos tienen la capacidad de retener el agua de lluvia y controlar así el cambio climático que provoca la escasez de agua.
Cuidamos 1.432 hectáreas de bosques protegidos y, en promedio un total de 105 especies de fauna y 48 especies de flora por cada viñedo.
Nuestro esfuerzo por preservar la naturaleza comienza con un consumo responsable del agua. El 99% del agua que utilizamos proviene de fuentes tanto superficiales como subterráneas.
Utilizamos el goteo como sistema de riego lo que nos permite tener una eficiencia del 90% en el consumo de agua. Durante los últimos 3 años, esto nos permitió reducir nuestra huella hídrica en un 10%.
Todos nuestros procesos de vinificación requieren el uso de energía. Nuestra decisión de invertir en energía limpia y renovable refleja nuestro deseo de co-crear un planeta sustentable para el futuro.
El 100% de la electricidad utilizada para la elaboración de los vinos de la colección Gran Reserva procede de fuentes renovables, incluida la solar.
Concha y Toro está certificada bajo el Código de Sustentabilidad de Vinos de Chile desde 2012, lo que significa que nuestros viñedos son reconocidos oficialmente como viñedos sustentables.
Los vinos de nuestra colección Gran Reserva se elaboran íntegramente con uvas propias de viñedos erigidos de forma sustentable.